Todas las estufas de pellets tienen un funcionamiento similar, ya sean de aire caliente o de agua (calderas). Su combustible son los pellets, unos cilindros de escasos milímetros de diámetro elaborados a partir de serrín natural seco. Son totalmente naturales, catalogados como biomasa sólida.
Cuando encendemos la estufa, lo primero que hace es cargar una cantidad de pellets en el cenicero, situado en la cámara del fuego. Esta primera cantidad de pellets es transportada desde el depósito hasta el cenicero a través de un sinfín (un tornillo que gira y saca los pellets del depósito dejándolos caer en un canal hasta el cenicero).
A la vez, la estufa enciende la resistencia, situada en la base del cenicero.
La resistencia consume unos 300W, quemando los primeros pellets. En este momento la estufa activa la ventilación de la cámara de fuego, dando aire al cenicero para encender los pellets.
Estas estufas tienen varios sensores de calor, cuando el sensor situado en la cámara de fuego detecta la presencia de fuego en el cenicero, la estufa ya “sabe” que está encendida y en funcionamiento.
En este momento se encenderá también la ventilación del intercambiador, y comenzará a expulsar el calor hacia afuera.
Una vez que ya la estufa esté en pleno funcionamiento, podemos indicar mediante el panel de control o del mando a distancia la temperatura que deseamos que alcance la estancia. En cuestión de configuración, funciona de forma sencilla, similar a un aparato de aire acondicionado.
La ventilación del intercambiador puede regularse en varios niveles, éste lo que hace es enviar el aire frío a través del intercambiador, que suele estar situado en la parte superior y lateral de la cámara de fuego. El aire entra en la máquina a través de una boca, que usualmente está en la parte trasera de la estufa. Después, pasará por el intercambiador antes de ser expulsado por la parte frontal. En ningún momento estará en contacto con el fuego o con los gases de combustión de la estufa.
La estufa calienta la estancia a través de tres vías:
- La vía más potente es su ventilación frontal. Es aire absorbido y pasado por el intercambiador.
- También caldea a través de la ventana de la cámara de combustión.
- Por último, a través de su chasis.
La tubería de chimenea a través de la que salen los gases derivados de la combustión no presenta riesgos, ya que la estufa pasa estos gases por el intercambiador antes de expulsarlos. De esta forma el conducto no se calienta en exceso y no hay problema si lo tocamos. El único punto que no debemos tocar es el cristal de la ventana, ya que éste sí alcanza temperaturas elevadas.
Cuando apagamos la estufa, el sinfín se detiene y deja de echar pellets al cenicero. Tras ello, la máquina se apaga. Es muy importante apagar las estufas de pellets a través de su panel de control o desde su mando a distancia. Pero atención a algo muy importante: ¡nunca hay que quitar la corriente antes de que esté parada!
