En muchos hogares cada vez es más frecuente encontrar calefacción eléctrica para conseguir el mayor confort en épocas donde el frío acecha, pues no tener ningún tipo de calefacción quiere decir pasar un invierno sin ningún tipo de resguardo. Este tipo de calefacción es la preferida entre la mayoría de las personas, ya que es la más accesible y económica si sabemos controlar el consumo. Pero dentro de la calefacción eléctrica hay varios tipos de calefactores: los que funcionan por acumulación, los que utilizan la calefacción directa y la calefacción mixta.
En el caso de la calefacción eléctrica por acumulación funciona de la forma más sencilla, dado que, como su propio nombre indica, el calor que se genera a través de unas resistencias eléctricas se acumula en un núcleo de bloques cerámicos con aislamiento térmico para que el calor acumulado no alcance los 90º, que es la máxima temperatura superficial que admite la normativa. Este tipo de calefacción está diseñado para soportar el frío más extremo y, si se aprovecha la tarifa nocturna que tienen muchas compañías eléctricas, conseguiremos un mayor ahorro.
La calefacción directa se caracteriza por producir y emitir el calor dentro del ambiente de manera instantánea. En este caso estamos ante radiadores o chimeneas que se encuentran en una habitación determinada en la que se quiere aumentar los grados más que en otra.
Finalmente, la calefacción eléctrica mixta utiliza un sistema de acumulacíon junto con uno de calefacción directa, lo que nos da cierta ventaja a la hora de elegir entre uno u otro puesto que con este sistema la inversión de la instalación es mucho menor y son de lo más rentables a la hora de usarlos para consumos medios, es decir, cuando el frío no es muy intenso. Lo mejor de los sistemas de calefacción eléctrica es que no consumen oxígeno y no emiten ningún tipo de gas, sino que, lo único que requiere, es la instalación eléctrica correcta.
