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¿Y si pudiéramos calentarnos sin encender la calefacción?

¿Y si pudiéramos calentarnos sin encender la calefacción?

¿Te imaginas poder calentarte de repente con sólo dar una palmada o chascando los dedos? Sería genial, ¿verdad? Puede parecerlo, pero hoy queremos explicar de una forma muy sencilla por qué la física no lo hace posible y comprender cómo funciona el calor.

Para comenzar, debemos atender a esa ley de la naturaleza que explica por qué nos quedamos fríos solos, pero no podemos calentarnos del mismo modo, espontáneamente, sin depender de un agente externo (mantas, braseros, radiadores, etc.).

Esta ley de la naturaleza es la segunda Ley de la Termodinámica, que nos explica cómo se comporta la energía en la naturaleza. Todos sabemos que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma.

El intercambio de energía entre cuerpos se realiza de dos formas diferentes: a través de trabajo y a través de calor. Como ejemplo de trabajo, tenemos todo tipo de motores, y como ejemplo del segundo, caldear una habitación que está fría.

Esta segunda Ley de la Termodinámica se obtuvo a través de la observación de los procesos en los que el calor está involucrado. Es la expresión de este tipo de procesos en la naturaleza: los cuerpos calientes se enfrían, pero nos fríos no se calientan de forma espontánea; si se nos ce un vaso se romperá, pero no habrá forma de que se recomponga solo. Lo que sucede es que la distribución de la energía cambia de tal modo que es irreversible recuperarla en su estado anterior.   

Si fuésemos capaces de saltarnos a la torera esta segunda ley de la termodinámica resulta que viviríamos en un universo de energía gratuita. No haría falta ni siquiera enchufar el frigorífico; las compañías eléctricas se irían a la bancarrota.

En nuestro mundo real tal y como lo conocemos la energía no pasa de forma natural y de forma espontánea de un cuerpo frío a otro caliente. Y si esto pasa (como es el caso de un frigorífico o de un congelador), es porque en algún lugar hay una central nuclear, térmica o hidroeléctrica que está liberando energía.

Aunque haya veces, sobre todo ahora en pleno invierno, en las que nos gustaría dar una palmada y dejar de pasar frío al instante, nuestro mundo es sabio y se rige por unas normas físicas que realmente hacen de nuestro día a día una realidad lógica. 

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